‘Enfermedades descuidadas’ es el término utilizado por la Organización Mundial de la Salud para referirse a trece padecimientos, comunes en las zonas más marginalizadas. Un sexto de la población mundial sufre de estas enfermedades, principalmente la gente más pobre. (www.who.int/neglected_diseases/en/index.html).
Estas enfermedades son prevenibles y curables. Sin embargo, la falta de tratamiento conduce a enorme sufrimiento, lesiones irreversibles o, en muchos casos, la muerte.
Aún sabiendo lo anterior, no se ha destinado suficiente atención y recursos a su tratamiento. Actualmente, sólo el 10% de la inversión global en investigación se dirige a enfermedades que afectan al 90% de la población. Y entre 1975 y 2004 sólo se desarrollaron 13 medicinas para las enfermedades descuidadas (entre miles que se inventaron para otros padecimientos).
Según los panelistas de la conferencia, el problema tiene dos orígenes: investigación y provisión de servicios. Debido a que el mercado para estas medicinas sería pequeño (pues la gente afectada tiene un muy bajo poder adquisitivo), no hay incentivos para que las compañías farmacéuticas desarrollen productos nuevos. Y los medicamentos que ya existen son ineficientes ante las condiciones precarias de muchas de las poblaciones afectadas: son anticuadas, las bacterias se han vuelto resistentes, o su implementación es demasiado complicada y costosa.
Los paneles en la conferencia se enfocaron principalmente en la importancia de producir nuevos tratamientos que sean baratos, fáciles de proveer a través los sistemas de salud que las van a repartir y adaptables a los contextos particulares. En otras palabras, que sea posible transferirlos de un escenario rico en recursos a un escenario con recursos limitados.
Una de las soluciones que se propuso, fueron las ‘intervenciones de rápido impacto’ (IRI), que son una especie de ‘paquete de salud’, consistente en tres medicamentos que atacan las enfermedades descuidadas más comunes. El paquete es eficiente en cuanto a costos, y tiene la ventaja de ser una medida horizontal (que ataca a varias enfermedades a la vez.)
Estoy de acuerdo con la importancia de desarrollar medicinas nuevas y más efectivas para distribuirlas de manera gratuita o a precios bajos. Sin embargo, creo que hay un gran problema con este tipo de enfoques: el riesgo de depender demasiado en soluciones técnicas. Este tipo de propuestas no cuestionan las estructuras de injusticia y pobreza que son la verdadera causa de las enfermedades descuidadas.
Me explico. Las enfermedades como estas no son sólo un problema técnico, a resolver con nuevos tratamientos, sino que son producto de toda una estructura social. No sólo son la causa de la pobreza: también son un resultado de ella. Por lo tanto, mientras la gente siga oprimida por las condiciones de marginalización en las que vive, las enfermedades no desaparecerán, y el derecho a la salud seguirá siendo una meta sin alcanzar.
Para dar un ejemplo, voy a hablar sobre una de las enfermedades que sería atacada con las IRI: schistosomiasis. Es una enfermedad transmitida por gusanos que viven en el agua, que al entrar al cuerpo provocan una infección y, en casos graves, la muerte. No existe un medicamento que pueda prevenirla: sólo medicinas para curarla. Lo que el enfoque de IRI propone es desparasitar a toda la población periódicamente, para evitar que la infección empeore.
Sin embargo, la schistosomiasis ocurre cuando la gente entra en contacto con el agua. Y el problema, como me dijo un doctor de Zambia, es que muchos ríos y lagos están infectados con las larvas que causan la enfermedad. Cuando los niños caminan de la escuela a su casa, frecuentemente tienen que cruzar ríos contaminados. Y, sin importar que los hayan desparasitado ese día en la escuela, las probabilidades de que se vuelvan a infectar son altas. La situación es aún más grave con gente cuya actividad económica está directamente ligada a los ríos y lagos: pescadores, o mujeres que necesitan acarrear agua para sus casas.
La pregunta es, ¿qué va a pasar cuando los donadores ya no quieran dar más dinero? Ya no va a haber nadie que compre las medicinas para desparasitar, y la enfermedad seguirá ahí. En el caso de la schistosomiasis en Zambia, las IRI no son sustentables a largo plazo porque van a depender continuamente de donaciones internacionales sin atacar el problema de fondo.
No quiero argumentar que las IRI no sirven de nada, ni que ya no debería de haber investigación y desarrollo de medicinas para proveer soluciones médicas. Mi punto es que es importante mantener en mente que las cuestiones técnicas son sólo una parte del problema. Las enfermedades descuidadas, o enfermedades de los pobres, no se van a eliminar hasta que las estructuras subyacentes de pobreza no se enfrenten. Una IRI puede ayudar a reducir el impacto en los más pobres. Pero si estamos buscando alternativas sustentables a largo plazo, entonces no debemos ignorar otro tipo de soluciones que, al igual que estas enfermedades, han permanecido descuidadas.