jueves, 21 de febrero de 2008

Castas e inmigrantes ilegales

Hoy fui a un evento en el que algunos de los estudiantes de licenciatura presentaron sus proyectos de tesis. Hubo varios interesantes, y decidí escribir sobre uno en especial que tiene que ver con México. El título es "Medicina y Castas: Sufrimiento entre los Imigrantes Ilegales Mexicanos en Nueva Jersey."

Lo que Utpal Sandesara hace en su tesis es proponer el uso del concepto de castas para denominar la situación con los inmigrantes mexicanos en EEUU. Toma el término de casta para referirse a un grupo de personas que, con un reducido acceso a los servicios, son oprimidos por los otros grupos. Están dentro de la sociedad y, sin embargo, forman sus propios grupos con los que se identifican y que tienen un acceso reducido a los servicios que los otros grupos reciben. De esta forma, no están desintegrados de la sociedad estadounidense, porque son parte crucial de ésta; sin embargo están mal integrados. Para Utpal, lo que está sucediendo en la sociedad estadounidense es un proceso de castificación.
El aumento de restricciones a la migración por parte del gobierno de EEUU, y el fortalecimiento de las ideologías conservadoras en algunos círculos del país, han proyectado un concepto negativo de los inmigrantes ilegales. El discurso hegemónico los presenta como narcotraficantes y criminales y promueve la idea de que debieran de buscar la asimilación cultural por caminos legales. De esta forma se les ha adjudicado la imagen de enemigos, promoviendo la castificación: este grupo que queda relegado y en una posición inferior al resto de los grupos sociales.
Los inmigrantes mexicanos han sido víctimas de grados extremos de rechazo, discriminación y explotación laboral. Ellos entienden que el trato que reciben es injusto pero sienten que no tienen opción. Como han interiorizado su estado de ‘indeseables’, no exigen los servicios a los que por ley tendrían acceso.
Este argumento es muy controversial, como el mismo autor lo reconoce, ya que castas tiene una connotación, y un significado, fuertemente negativo. Utilizar el concepto para hablar de la situación de los inmigrantes es cambiar completamente el tono del discurso. Actualmente los términos que se utilizan en el la literatura sobre el tema son marginalización o injusticia social. Pero Utpal argumenta que éstos han perdido su impacto y ya no funcionan para explicar las condiciones en las que viven los inmigrantes. Lo que quiere es que la fuerte connotación del concepto de castas provoque un debate en el área, que llame la atención hacia las injusticias que están siendo cometidas.
La tesis central es que, por la forma en que ha sido insertada en el discurso, la situación de los inmigrantes ilegales ha perdido sentido. Es decir, si la cubrimos bajo la manta de injusticia social, es fácil que pierda su impacto al volverse algo común, mezclado con muchos otros problemas de la sociedad estadounidense. Ponerle el nombre de sistema de castas tendría el efecto de hacernos ver, o al menos recordarnos, que en la esta sociedad sí hay clases sociales y sí hay grupos relegados. Los inmigrantes ilegales están entre los más desfavorecidos y son víctimas de una injusticia y discriminación estructural dentro de este “mundo de los libres” y “tierra de las oportunidades.”
Aunque entiendo el objetivo del autor y estoy de acuerdo con su argumento de que la narrativa de los inmigrantes se ha trivializado, no creo que denominar el sistema como ‘de castas’ sea la solución.
Mi oposición principal al argumento de Utpal es que siento que su propuesta, en lugar de mejorar la situación, promovería justamente lo que él está criticando. Al utilizar el concepto de castas, lo que se haría es etiquetar. Etiquetar a los inmigrantes ilegales como una casta separada del resto de la sociedad. Y estas etiquetas pueden ser muy problemáticas. El autor mismo critica las etiquetas que se han utilizado para marcar a los ‘mojados’ como narcotraficantes y enemigos. Y lo que está proponiendo es, de nuevo, una marca en la frente. Si bien la intención es oponerse a la marginalización y el rechazo, ¿no tendría el resultado opuesto de marginalizar? Está, finalmente, clasificando a la gente por su origen, cultura y profesión. Una clasificación así puede resultar limitante y contraproducente cuando lo que se busca es corregir la estructura para lograr una mejor integración de este grupo.
Lo que se necesita, creo, es justamente lo contrario: quitar estas etiquetas. De-construir el discurso que se ha creado en torno a los inmigrantes mexicanos y que los clasifica como criminales. Reconstruir una historia que se base en el diálogo entre los diferentes actores. Las clasificaciones tienden a la simplificación. Y simplificar las viviencias de los inmigrantes ilegales es trivializarlas. Las clasificaciones también tienden a la segregación. Y segregar a ciertos grupos lleva al rechazo y a que etiquetas que existían antes, cobren mayor fuerza. Creo que sería mejor deshacernos de esta tendencia a agrupar y que el discurso se enfoque más en las historias individuales. No conceptualizar a los inmigrantes como un grupo de criminales sino como varios individuos, cada uno con su propia historia.


Puede sonar como algo completamente lejano a la realidad, pero bueno, si se trata de proponer…

sábado, 16 de febrero de 2008

Conflicto electoral en Kenia

La situación en Kenia ha llegado a un grado peligroso. En los foros de expertos se empiezan a escuchar comparaciones con el conflicto en Ruanda, y la palabra "genocidio" aparece cada vez con más frecuencia. El problema no es solamente un conflicto electoral, sino que tiene raíces étnicas mucho más profundas y arraigadas. En ciertos aspectos la elección fue una excusa que desató resentimientos antiquísimos entre las distintas tribus, provocados principalmente por la percepción de que los Kikuyu gozan de una situación favorecida. Las acciones violentas tomadas por los grupos de oposición se salieron de control y alcanzaron tal magnitud por varias razones.
Una de estas razones es la pérdida del monopolio de la fuerza por parte del Estado. Desde los ochenta, políticos de ambos bandos han utilizado bandas paramilitares para atacarse unos a otros, por lo que la estructura existe para que la gente tome la fuerza en sus manos y la convierta en un intento de exterminar a la otra tribu.
La segunda razón es la debilidad de las instituciones, que deliberadamente han sido centralizadas para otorgar mayor control al presidente.
Una tercera razón quizá sea el clientelismo y la falta de separación entre gobierno y partidos, lo que intensifica las tensiones entre las tribus.
El resultado fue esta catástrofe. La violencia estaba en espera, unas elecciones cerradas era la chispa que hacía falta, y sin instituciones con fuerza y credibilidad, la situación se sale de control. Incluso organismos internacionales como Human Watch Group argumentan que la violencia fue planeada desde antes de las elecciones. Sea o no sea cierto, esto ya quedó atrás porque aún si la causa fuera la incertidumbre en las elecciones, actualmente el conflicto tiene otras bases más difíciles de resolver.
El problema ahora es que no importa que Odigna y Kibaki busquen llegar a un acuerdo entre ellos. La situación ya ni siquiera está en sus manos. La identidad de tribus fue manejada de tal forma que el deseo de venganza ya permeó entre la gente, que se están matando unos a otros.
Platicando con un grupo de kenianos que viven en Estados Unidos pude percibir una fracción de sus reacciones ante la situación. Esta gente está consciente del riesgo al que Kenia se enfrenta de perder todo lo que ha logrado al proyectarse como uno de los países con más desarrollo político en la zona. No sólo es el desconcierto de ver que los que antes eran vecinos y se casaban entre ellos, ahora se están matando. También está el miedo de lo que puede venir, que se resume en una frase de Mubai, un hombre de 45 años: “Si las cosas siguen así, ninguno de nosotros tiene un país al cual regresar.”
No obstante, la solución está en esa misma gente. Mubai hablaba a los otros sobre la importancia de dejar atrás la identidad de tribu para presentarse como una sola Kenia, ya que el deterioro de la imagen de este país ante el mundo tendría terribles consecuencias para ambos bandos. “Pase lo que pase, todos perdemos.” Al escucharlo pensaba que el argumento era ingenuo, hasta que escuché a los otos dos, un Kikuyu y un Lúo, ponerse de acuerdo en la necesidad de fortalecer las instituciones para bien de ambos bandos, sin importar que esto otorgara mayor poder político a la minoría que hoy intenta gobernar al país.
La mediación de Annan puede ser de utilidad si logra crear las bases para fortalecer las instituciones a mediano y largo plazo. Pero a corto plazo, está en manos de la gente poner fin a la violencia que sólo traerá desgracias para todos.