Una de las cosas que más me gustan de Harvard es que ofrece la posibilidad de conocer muy distintos puntos de vista sobre el mismo tema. Traen a un experto en un tema y la siguente semana viene uno de sus críticos. A veces en el mismo pánel hay defensores de posiciones contrastantes. Esto, sin duda, es muy interesante. Pero a veces me ha tocado escuchar a gente con la que de plano no estoy ni tantito de acuerdo. Y aunque no deja de ser interesante, también a ratos logra ponerme de malas. Ese fue el caso de dos pláticas a las que fui recienteme nte.
Una fue sobre educación cívica en América Latina. El argumento era que es muy importante incluír en los currículums de escuelas primarias y secundarias los conceptos y valores democráticos. Esto en respuesta a que un 40% de la población mexicana, chilena y colombiana no están convencidos de que la democracia es la mejor forma de gobierno.
A la hora de las preguntas, quise saber qué pensaba el profesor de la ruptura que hay entre la teoría y la realidad en las democracias de América Latina. Le dije que tal vez es fácil enseñar qué es democracia en concepto, pero no tanto convencer a la gente de que es la mejor forma de gobierno, cuando en la práctica estamos viendo tantas injusticias. Pregunté entonces que si en los nuevos currículums se incluía hablar sobre las prácticas no democráticas que sucedían en los países. Y me dijo que "su visión era distinta," porque él no creía que eran prácticas no democráticas, sino elementos de una democracia perfectible. ¿Entonces qué, René Bejarano robando ligas y billetes es un practicante de la democracia, nada más que perfectible? Patrañas.
La otra plática estuvo peor. Bajo el título, "Los abogados son la llave a la libertad," era sobre el proceso legal en Guantánamo, y el rol de los abogados. La dió el Coronel Colby Vokey, que fue el defensor de Omar Khadr. Khadr es un canadiense a quien detuvieron a los 15 años en Afghanistán bajo acusaciones de crímenes de guerra y terrorismo, lo torturaron, y más de seis años después, sigue detenido
El Coronel criticó el sistema legal (o la falta de éste) en Guantánamo, diciendo que no existe un sistema de derecho real, las leyes se crean de la nada, son retroactivas, y el rol de él como abogado era, casi casi, simbólico. No importa que a mi cliente lo declaren inocente, porque igual va a seguir detenido por algún otro crímen.
Podría sonar muy bien, y podríamos pensar que qué valiente soldado, salir a criticar su propio sistema. Pero hay que hacer algunas aclaraciones. El tipo estuvo 'defendiendo' a Khadr durante años, hasta que el cubano lo despidió. Para esto, el caso de Khadr ya estaba recibiendo bastante atención internacional, las críticas venían de todos lados. Por lo que salir ahorita a criticar lo que estuvo haciendo obedientemente durante tanto tiempo no tiene tanto de valiente.
El tema central está en una pregunta que hizo alguien de la audiencia. Fue un estudiante que está escribiendo su tesis sobre el rol de los individuos en los sistemas legales 'de pantalla', que cubren a un gobierno 'perverso.' Preguntó: "¿Cómo justifica, para nosotros o para usted mismo, el hecho de que durante tanto tiempo participó como cómplice en un proceso viciado, sabiendo que estaba mal de fondo?" El punto de la pregunta, aunque no lo dijo explícitamente, era este: El Coronel sabía lo falso del proceso, sabía que no era un proceso legal, que todo era simbólico. Sin embargo, en el nombre de su carrera, accedió a jugar en el juego, a fingir ser un abogado real. Es como una actuación, en la que él jugó el papel del abogado, pero conociendo perfectamente cuál sería el resultado.
Con esta pregunta, obviamente, el cuarto se llenó de tensión. Pero lo peor, lo que me enojó, fue la respuesta del Coronel. Empezó a decir una sarta de estupideces sobre lo difícil que es ser abogado en un sistema en el que sabes que no puedes realmente defender a tu cliente, y que era muy injusto con los miembros del ejército ponerlos a ellos como abogados en este sistema, porque no les quedaba mucha opción. "Pero usted pudo haber renunciado?" Sí, si pudo, pero habrían puesto a alguien más a que lo hiciera. En el ejército, seguimos órdenes.
Claro. Los nazis también seguían órdenes. Eichman puede decir que si él no se encargaba de mandar a los judíos a los campos de concentración, alguien más lo hubiera hecho. Pero el punto es que él accedió a hacerlo, como Vokey accedió a ser parte de este sistema perverso. ¿Y cómo justifica eso? Criticando lo que hizo, después de que lo hizo. A buena hora.
La respuesta fue un intento de victimizarse a él mismo, el pobre abogado que sufrió las consecuencias de un sistema injusto al no poder salvar a su cliente. De nuevo, patrañas. Tan chafa estuvo que el estudiante, a medio sermón del Coronel, de plano se salió del cuarto y azotó la puerta.
Yo me quedé, porque estaba comiendo y a mí me enseñaron que desperdiciar comida es pecado. Pero en cuanto me acabé mi pechuguita de pollo, también me salí, muy indignada.